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domingo, 6 de febrero de 2011

Pensódromo 30/1/11: Vejez

Os dejo el reproductor en el que podéis escuchar la sección filosófica de L´Alternativa, en Cope Cataluña, en la que hablé sobre el tema de la vejez, y sobre cómo lo trata Platón (a la izquierda) en el comienzo de su libro "República".

Debajo, un artículo para completar lo dicho.

Espero que lo disfrutéis, y ya sabéis, como decía Epicuro: "quien dice que es demasiado joven o viejo para la filosofía es como quien dice que lo es para ser feliz".

Como siempre, sólo la presentación es en catalán:


El pensodromo: La vejez by laalternativa

El júbilo de la vejez.

Ante noticias como la reciente “agresión preventiva” al sistema público de pensiones o el aumento de la pequeña delincuencia en la tercera edad en Japón, es oportuno reflexionar sobre la calidad de la vida en la vejez, en cuanto a la necesidad económica del sustento, y en cuanto a la necesidad filosófica de reflexionar, en la proximidad de la muerte.



Para aprender sobre el tema, lo mejor sería hacer como hizo Sócrates, conversar con un anciano. Al comienzo de “La República” de Platón, que es uno de los libros más relevantes y famosos de la historia de la filosofía, Sócrates interroga al anciano Céfalo, porque le “agrada aprender de las personas muy ancianas” cómo es el camino por recorrer y cuál es su parecer respecto a la vejez.


No es muy sabido que los libros de Platón no son aburridos ensayos, sino diálogos muy amenos, incluso divertidos, entre Sócrates y otros personajes de Atenas, algunos filósofos y otros no, como el mencionado Céfalo, que recibe en su casa a Sócrates y sus amigos cuando volvían de una fiesta en el Pireo.


Céfalo dice cosas muy interesantes como que de los males de los que se quejan los viejos cuando se reúnen “no es responsable la vejez, sino el carácter de los hombres”, porque “si fueran equilibrados y bien humorados, también la vejez sería una carga llevadera; en caso contrario, resultan difíciles tanto la vejez como la juventud”. También dice que en la vejez se atenúan las pasiones, por lo que te libras de “amos numerosos y enloquecidos” (algo que parece confirmar la ciencia actual).


De esas líneas podemos aprender muchas cosas, entre otras, del ejemplo de Sócrates de conversar con ancianos. Seguro que no nos podrán instruir respecto a las últimas tecnologías, un conocimiento que caduca constantemente, pero sí respecto a cómo afrontar los vaivenes de la vida, una sabiduría que perdura y sigue siendo válida.


Así nos beneficiaríamos los más jóvenes, aprendiendo, y los mayores, ya que como decía nuestro amigo Céfalo “cuanto más se marchitan los placeres del cuerpo, tanto más aumentan los deseos y los placeres de la conversación”.


Para satisfacerlos y para compartir esa sabiduría de la vejez, sería bueno fomentar el asociacionismo entre los mayores, animarles a seguir aprendiendo en “universidades de la experiencia” y a participar en iniciativas como los “bancos de tiempo”, donde pueden compartir ese bien, del que disponen con abundancia. En esas iniciativas, que se dan en cada vez más ciudades, podrán compartir y conversar con los demás, jóvenes o de su misma edad. Pero igualmente importante es otro tipo de conversación, el diálogo interior. Céfalo ya señalaba la importancia del equilibrio en el carácter para la felicidad en la vejez. Se mantener ese equilibrio mediante la reflexión filosófica, que no es nada reservado a filósofos, sino simplemente eso tan cotidiano de hablar mentalmente con nosotros mismos, pero dejándonos un rincón y un tiempo para hacerlo en profundidad y sobre los temas que queramos aclarar para recuperar el citado equilibrio y el buen humor.


Esos momentos de reflexión son más importantes en la vejez, para ir haciendo una recapitulación de lo disfrutado en los tiempos buenos y lo aprendido en los malos, y llegar al momento final con serenidad y satisfacción. Tanto si creemos en la inmortalidad del alma y que seguiremos viviendo de otra manera, como si creemos que la muerte es el fin y el descanso eterno, es mediante la reflexión como veremos si esas creencias nos dan equilibrio y paz o si, en cambio, no nos convencen lo suficiente y deberíamos seguir reflexionando, hasta encontrar las que de verdad nos permitan vivir plenamente la etapa final y morir con calma.


Eso respecto a la necesidad filosófica de encarar la muerte, pero ya decía Céfalo que “ni el hombre razonable podría soportar con facilidad la vejez en compañía de la pobreza, ni el no razonable, aunque fuera rico, podría estar nunca contento consigo mismo”. Para una buena vejez es necesaria la reflexión, pero también evitar la pobreza. Respecto a la última reforma de las pensiones recomendaría leer los artículos de la web de un viejo catedrático, el gran economista catalán Vicenç Navarro. Allí muestra que la evidencia científica respalda la solidez del sistema público, y que su reforma no es una necesidad técnica, sino una decisión política arbitraria. En lugar de cuestionar y debilitar la cobertura pública a la vejez, seguir dignificando las pensiones más bajas y facilitando residencias y ayudas a la dependencia, o la red de residencias de ancianos públicas, sería asegurarnos la tranquilidad económica suficiente para, cuando llegue el momento, poder dedicarnos a desarrollar la tranquilidad filosófica y la felicidad, el júbilo en la vejez.


Durante esta semana, en cuanto tenga tiempo, subiré un resumen sobre la última sesión del café filosófico en el Penicilino, sobre la individualidad. Gracias a todos los que asististeis por una gran sesión, así se hace.

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