Disfrutamos ayer de un café filosófico en la terraza del bar, teorizando sobre la manifestación ciudadana (y pasando a la práctica una hora después muchos de los presentes).
El tema había surgido de la pregunta de Lorena sobre si manifestarse es útil y, si lo es, para qué.
Antes de comenzar hice un apunte teórico acerca de las preguntas sobre objetivos a conseguir.
Señalé que son típicas de nuestra forma de pensar en el occidente moderno, como ya hizo Weber al describir los tipos de acción racional. Desde la ilustración damos cada vez más prioridad a la racionalidad orientada a fines y relegamos la racionalidad orientada a valores éticos. La Escuela de Frankfurt criticó este tipo de racionalidad "instrumental", como medio para conseguir fines que no han pasado previamente por una orientación ética. Como muestra más horrible del fracaso de este tipo de pensamiento, el testimonio de Primo Levi sobre la racionalidad pervertida de los campos nazis de exterminio. Tanto a nivel social como, más aún, a nivel personal, para corregir ese desequilibrio es útil pensar más en cuáles son nuestros valores éticos más profundos y si nos empujan a actuar y cómo. Viviremos así de acuerdo con la tranquilidad de ser fieles a nosotros mismos. En cambio, pensar siempre en "qué puedo conseguir" y guiar nuestra vida por el deseo de lograr las expectativas que nos creamos, nos lleva a vivir entre la insatisfacción continua y la frustración.
Actuar porque tienes razones para hacerlo, no para obtener algo que puede que consigas o no es la alternativa.
Como Lorena señaló, así la responsabilidad vuelve a uno mismo.
Ya entramos en el coloquio y vimos entre todos que la manifestación (entendida como una reunión en la calle para expresar una reclamación o protesta) sirve para algunas cosas más que para otras. - Sí sirve para comunicar esa protesta, romper la naturalización del status quo (cuestionando lo que hay), para aunar sentimientos y sentirse identificado, para realizarse personalemte en cuanto a la libertad, etc.
- No tanto para resquebrajar el sistema del poder político, o para conseguir influir en él.
En ese sentido señalar la distinción entre el concepto de manifestación y el más amplio de democracia, entre la utilidad o no de la manifestación y el funcionamiento o no del sistema político, que de ser verdaderamente democrático debería permitir que las reclamaciones de la población influyeran en el gobierno.
Todo esto intercalado con referencias a Jose Luis Sampedro, concretamente esta entrevista que comienza hablando sobre el miedo como control social, justo de donde surgió este tema de las manifestaciones y que termina con una llamada al estoicismo. También se aludió a Federico el Grande, Gustavo Bueno, Ortega y Gasset, Marcuse, o las manifestaciones mundiales que en 2003 reunieron a más de 10 millones de personas por todo el planeta, y que se ven en este clip de Michael Moore y System of a Dawn. Puede que esas manifestaciones sirvieran para algo o no, pero volviendo al principio, lo importante es si había motivos para apoyarlas.
Para terminar muchos de los presentes pusimos en práctica el concepto de manifestación adhiriéndonos a la convocada en Fuente Dorada por el movimiento 15M, no sin antes fijar las próximas citas filosóficas:
Lorena anunció su próximo café para el día 24 y yo el mío correspondiente a julio para el sábado 14 en Villanueva de Duero, en el marco de sus VIII Veladas Musicales. Nos vemos allí.